Teresa Carreño
Discurso de orden a cargo de la escritora Mercedes Carvajal de Arocha (Lucila Palacios) en el Acto de Inhumación de los restos de la insigne pianista, compositora y pedagoga Teresa Carreño en el Panteón Nacional en fecha 09 de diciembre de 1 977.
"He amado a Venezuela, la he amado a veces por sus desgracias, otras por la generosidad de su naturaleza y siempre como a una madre irreemplazable. En su seno quiero dormir el sueño de la tierra. Es allí donde deseo que reposen mis cenizas".
Así dijo Teresa Carreño en un minuto de recogimiento, de encuentro consigo misma, de reflexión acerca de la vida del ser humano que tiene un límite.
Su grito de amor, su apasionada súplica, fue recogida el 15/de febrero de 1 938, en el Cementerio General del Sur, se depositaron sus restos mortales. Todo parecía concluido. Era ya una realidad la integración de Teresa con la madre tierra.
Mas en el espíritu de los venezolanos, de los músicos, de los artistas en general, empezó a germinar una aspiración. No bastaba conque a la gran pianista hubiera llegado a la tierra nativa. Era necesario llevarla hasta el sitio digno de su gloria. El sitio en donde pudiera reposar en contacto con el polvo del suelo patrio y alternar con los inmortales.
Las puertas del Panteón Nacional empezaron a abrirse para recibirla. Había un lugar vacío destinado a ella. Más de treinta años dejaron caer su peso sobre el país sin que se cumpliera esta aspiración. Durante ese lapso maduró la conciencia de Venezuela. Rectificaciones de fondo se operaron tanto en la estructura corporal de la patria como en el orden de sus principios ductores. Y como consecuencia de tal evolución le llegó el turno el 9 de diciembre de 1 977. En este día, hoy, un Gobierno, que representa cabalmente el libre ejercicio de la soberanía venezolana, está cumpliendo con orgullo el deber de honrar a una de sus más ilustres compatriotas. Y un pueblo ratifica con su sentimiento el acto de justicia.
Bajo el dintel del austero recinto del Panteón, han pasado los héroes y los hombres de pensamiento. Ahora, en su espacio abierto, por donde también cruzara Luisa Cáceres de Arismendi, se perfila la imagen de la mujer que se fue por el mundo y lo llenó de acordes musicales y le hizo sentir la presencia de Venezuela.
Y la presencia caraqueña. Porque Teresa Carreño era una hija de Caracas y llevaba en sí misma la pasión de la ciudad proceda. En su casa, en el hogar de Manuel Antonio Carreño y Clorinda García de Sena y Toro, la niña oyó hablar de historia. Gesto y locura gloriosos de Andrés de Ledezma, aventura apasionante de Francisco de Miranda, creación y andanzas de un Bolívar casi de leyenda. Todo el pasado heroico, toda la pujanza de su tierra nativa, tambor y guarura en el aborigen defensor de sus dominios, diana y clarín en los ejércitos libertadores, forjaron la primera sinfonía que recogió su oído musical. Mas el artista no se nutre unicamente con la historia. Se nutre también con el paisaje. Y hasta ella bajaban los rumores del Avila, crepitar de los árboles, susurro de agua de sus quebradas, canto de los pájaros y esa voz silenciada de un presunto volcán extinto que en la lucha por la independencia hizo sentir en el pueblo su simbólica y violenta explosión. Y todos estos elementos histórucos , y todos estos elementos autóctonos quedaron fundidos en su espíritu para siempre, y dieron forma a una personalidad de tan recio temple, tan avasalladora que ya ni fue unicamente venezolana y caraqueña sino que llegó a ser universal.
Hay que seguir paso a paso la trayectoria de Teresa, sus reacciones anímicas, su sensibilidad artística, para poder formarse una idea cabal de tan extraordinaria personalidad. Las nuevas generaciones apenas la conocen. Por eso al escribir o hablar sobre ella, es casi un deber el trazar sus rasgos biográficos, el iniciar su estudio desde la infancia cuando ya daba muestras de ser una criatura genial. Dicen que desde la cuna —y no es leyenda— la niña seguía el ritmo de las canciones conque la adormecían. Manuel Antonio Carreño fue su primer maestro de música. Y pronto se dio cuenta de lasxaptutudes de su hija. La oyó improvisar y ejecutar algunas melodías que ejercían sobre los oyentes una extraña fascinación. Llegó un momento en que él se sintió incapacitado para seguir adelante en su función de preceptor. La alumna, había superado al maestro. Entonces piensa en recurrir a nuevos recursos para ampliar la educación musical de Teresa, para ampliar el campo de su trayectoria futura.